Ya han pasado 5 años desde la toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, y uno desde la ejecución de Luis XVI. España está en guerra con la Francia revolucionaria en un intento de frenar la expansión de las nuevas ideas y salvar el Antiguo Régimen.

Los combates se centran principalmente en Cataluña y las provincias vascongadas. Sin embargo, la frontera con Aragón a través de los Pirineos iba a ser testigo de una trágica jornada en septiembre de 1794.

A principios de verano, los franceses han entrado por el Valle de Baztán, y las tropas francesas bajo el mando de Moncey han tomado Hondarribia, San Sebastián y Tolosa. Ante esta situación, se encarga al Capitán General Conde de Castelfranco penetrar en Francia para cortar las líneas de suministro hacia las Vascongadas, llegando hasta Oloron-Sainte-Marie, y tratar de atacar la retaguardia del ejército francés.

Los pasos escogidos para la incursión son el Puerto del Palo (Col de Pau), Larraille y Lacouarde. Las tropas españolas, entre las que se encuentran las Guardias Wallonas, se concentran en el Valle de Hecho. Al otro lado de la frontera, unos pequeños destacamentos (de entre 8 y 25 hombres) estratégicamente situados vigilan. Una guarnición permanece en Lescun, mientras el resto de compañías se sitúan en el Vallée d’Aspe, en Bedous. Y Oloron, donde está acuartelado el 5° bataillon de volontaires des Basses Pyrénées.

El 4 de Septiembre, recién pasada la medianoche, los entre 7.000 y 9.000 españoles se ponen en marcha. Una vez en suelo francés, inmediatamente comienzan los primeros cruces de disparos con los pequeños destacamentos franceses. El sonido de las escaramuzas retumban entre las montañas y llegan al valle. El Capitán al mando del puesto de Lescun manda aviso inmediatamente a Oloron y solicita ayuda a los pueblos cercanos: Bedous, Lhers… Inmediatamente se movilizan las tropas, que desde Borce inician una marcha nocturna forzada a través del Col de Barranc para acudir en socorro de Lescun.

Los franceses consiguen resistir lo suficiente como para que las tropas francesas y las gentes de los valles se pongan en movimiento. Concrétamente, un puesto de 50 soldados consigue retener con la ventaja de la posición el ataque de las Guardias Wallonas durante 5 horas. En su descenso, la vanguardia española va quemando cuantas granjas se encuentran en su camino para causar el  máximo daño posible a los suministros del enemigo e iluminar el camino a las tropas que van entrando en el valle.

Cuando los españoles alcanzan Lescún, la guarnición y todos sus habitantes los están esperando, y se inicia un cruento combate en el que los españoles, desconocedores por completo del terreno, sufren la peor parte en el conocido desde entonces como «Champ des Morts».

Las tropas españolas reorganizan un nuevo ataque, pero al llegar al Pont du Moulin son abatidos como en un «tiro al pichón», sin lugar donde guarecerse.

Castelfranco decide entonces intentar rodear el pueblo por la derecha, y manda una avanzadilla para localizar algún paso, pero el camino está cortado por una cascada infranqueable.

Es en ese momento cuando llegan los refuerzos que habían emprendido la marcha desde Borce y Bedous. Los españoles, totalmente sobrepasados, inician la retirada dejando atrás multitud de heridos. Los franceses persiguen a los españoles hasta la frontera, haciendo prisioneros. Pero los heridos que han ido quedando atrás serán ejecutados por la población en represalia por la quema de las granjas.

Las pérdidas para el ejército español se estiman en 900 muertos y 450 heridos.

* Gracias a Jean-Yves Sebástian por sus explicaciones.

 

 

 

 

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