El fin de semana del 11 de julio participamos junto con más de medio millar de recreacionistas de España, Francia y el Reino Unido en la III recreación de la que fue una de las primeras batallas de la Guerra de la Independencia (1808-1814).
Acaecida en el teso de Moclín, en las inmediaciones de la población, la contienda se saldó con la derrota de las tropas españolas de los generales Cuesta y Blake frente al poderoso ejército francés del Mariscal Bessières.
El episodio tuvo una importancia «decisiva» para Napoleón, puesto que la zona, en plena comarca de Tierra de Campos, era un punto estratégico en el que se cruzaban los caminos, por un lado, de Francia a Portugal y, por otro, de Madrid al norte de España. La victoria gala permitió que José Bonaparte, el hermano de Napoleón, «pudiera entrar en Madrid como nuevo rey de España.
«Es el acontecimiento más importante de la guerra de España y cambia decididamente el color de las cosas», reconoció el propio Napoleón el 17 de julio de 1808.
La memoria de la Batalla de Medina de Rioseco está inscrita en el Arco de la Estrella de París como una de las gestas napoleónicas mientras que los soldados españoles tienen un monumento de piedra y bronce, obra de los escultores Aurelio Rodríguez Vicente Carretero y Miguel Ángel Jiménez, en Medina de Rioseco.
En esta ocasión; las tropas desfilaron desde la plaza mayor al campo de batalla. Las bayonetas brillaban bajo el sol.
Poco a poco todas las tropas, españolas y francesas tomaron sus posiciones en el campo de batalla, a apenas cuatro kilometros escasos del lugar donde lo hicieran por primera vez hace doscientos años. Un general gritó una orden a sus hombres.
Varias unidades de caballería francesa comenzaron a cargar, castigando el flanco izquierdo del despliegue de Blake.
La pólvora y el fuego de los fusiles se mezclaban con las órdenes de los mandos, los gritos de los heridos y el alborozo de los espectadores cuando cayó el primer hombre. Los médicos se apresuraban a atender a los soldados maltrechos y los curas en darles la extremaunción
Los españoles descargaban una y otra vez sus fusiles sobre ellos. Sin piedad. Un intento galo tras otro se ahogaba bajo la lluvia de plomo español, hasta que los soldados de Bessiéres tomaron el alto defendido por el ejercito de Galicia.