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Siège de Lérida, Jean-Charles-Joseph Remond

Foto: © Popovitch ; Réunion des musées nationaux

El 10 de Abril de 1810, Suchet deja a Laval al mando en Zaragoza y traslada su Cuartel General a Monzón para preparar el asalto a la capital ilerdense. El día 15 comienza el asedio con 13.000 de sus hombres frente a unos 8.000 defensores. Entre los defensores, 900 valientes soldados del 2º Batallón de Voluntarios de Huesca que, a las órdenes de Perena, habían llegado tras diversos y heróicos combates por la zona. Perena no obstante permanece preso en el Castillo por órden del Gobernador acusado injustamente de desobedecer unas incongruentes órdenes sin sentido. Por tanto, los altoaragoneses están bajo el mando del Coronel Juán Pedrosa y del  Comandante Rafael Arcas.

El 13 de Mayo los franceses asaltan la ciudad. Los oscenses defienden el puente con furia mientras los franceses poco a poco los van rodeando. Lejos de acobardarse, los aragoneses realizan una carga a la bayoneta para abrirse paso, quedando las calles cubiertas de cadávares arrollados por la incuestionable superioridad numérica de los invasores. Reagrupados en la Plaza Mayor, consuman su heróico sacrificio en la Calle Mayor cubriendo la retirada general tanto de tropas como de la población hacia el Castillo. Más de 400 Voluntarios de Huesca y 10 de sus oficiales (incluído el Comandante Rafael Arcas) caen ante el fuego y las bayonetas francesas en esa calle. Sin embargo, algunos han conseguido alcanzar la fortaleza. Con la multitud agolpada a las puertas del Castillo (y estas cerradas)y ocupando sus reductos, Suchet ordena el bombardeo de la fortaleza. No está muy claro si buscaba realmente dañar las defensas o masacrar a la población civil que se intentaba refugiar tras sus muros, pero el caso es que unos 3.000 leridanos murieron esa noche víctimas de las bombas francesas a los pies del Castillo. Ante tal horror (y aun pudiendo seguir resistiendo) la guarnición decide capitular para evitar mayores tragedias.

De los 900 Voluntarios de Huesca, sólo 220 soldados, algunos oficiales y Perena siguen con vida y prisioneros, y el 2º Batallón de los Voluntarios de Huesca queda disuelto.

El saqueo de la ciudad no se hace esperar, y entre otros bienes los franceses se apoderan las alhajas de la Iglesia colegial de Tamarite que estaban allí depositadas.

Como muestra de la firmeza de caracter de los aragoneses, una anécdota entre Perena y Suchet. El francés le invitó a su mesa, persuadiéndole para que jurara sometimiento y fidelidad a José I a cambio de algún Corregimiento y el mando de alguna unidad. O en caso contrario, se atenía a más privaciones y prisión. La respuesta de Perena es firme: «He jurado fidelidad a mi Rey. Por él y por mi patria he tomado las armas y estoy resuelto a morir antes que manchar mi honor; os cansáis en vano». Suchet pone la mano en su hombro y le replica: «Monsieur Perena, usted es un verdadero militar».

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Felipe Perena Casayús

Rindiendo homenaje a todos los que combatieron en el asedio a Lérida, y en especial a los componentes del 2º de Voluntarios de Huesca, los Voluntarios de Aragón se desplazaron a la Comunidad vecina para participar en los actos que, organizados por el Consorci de La Seu Vella, conmemoraron estos hechos el pasado día 31 de Octubre. Previamente, nuestro Presidente y un fusilero ya habían viajado a Lérida para dar una pequeña charla sobre los hechos que se iban a conmemorar.

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El día 31, acompañados de dos soldados franceses del 12 de Húsares y una representación del Regimiento Cariñena, un pequeño desfile nos llevó al encuentro de nuestros compañeros del Ultonia ante la sorpresa de algunos vecinos que se vieron sorprendidos por los tambores, el pífano y nuestros uniformes.

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Todos juntos machamos hacia La Seu Vella, donde se establecieron guardias conforme íbamos atravesando sus puertas.

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Tras establecer las guardias y los turnos para el relevo, se procedió al izado de la bandera.

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Más tarde, las tropas se reunificaron en la segunda puerta donde tuvo lugar una interesante explicación (tan amena como didáctica) de los hechos que se conmemoraban y los uniformes de las unidades allí representadas tras, la que se realizó una salva en honor a los que combatieron en esa plaza.

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Y sin más dilación dió comienzo una pequeña escaramuza donde el público asistente pudo hacerse una idea de los combates. Húsares, Cariñena y Ultonia se refugiaron en  la Fortaleza mientras los Voluntarios de Aragón (representando al bando francés) les conminaba a la rendición. Ante la negativa de los defensores, los franceses preparan el asalto, primero moviéndose como infantería ligera para pasar después a infantería de línea.

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Los choques no tardaron en llegar, y aunque la defensa fue tenaz, nada pudo contra la superioridad de los invasores, que en poco tiempo pasaron las primeras defensas para dar el asalto definitivo al Castillo y, apoderándose de la bandera, lograr la capitulación del mismo.

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Una vez terminada la pequeña recreación, tuvimos tiempo para visitar la Catedral y su espectacular claustro.

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Una comida de hermandad en los locales de La Seu Vella puso fin a una completa jornada de historia y recreación.

Tienen a su disposición una galería fotográfica de los actos en nuestra página en Picasa o pinchando aquí.

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