En los fosos de dicho Castillo se escenificaron emocionantes combates entre los defensores de Zaragoza y las tropas imperiales.
Un numerosísimo público presenció con gran interés este espectáculo.
Finalmente los defensores se refugiaron en el interior del castillo.
Una delegación negoció la capitulación de la ciudad.
Siguiendo los términos de la capitulación los defensores salen desfilando con sus armas.